Mucho se ha escrito de Alejandro Magno, el gran conquistador macedonio:
de sus proezas militares, de la rapidez con que se convirtió en el hombre más
poderoso de su tiempo, y de su enorme riqueza. Sin embargo, hay un aspecto
destacado de su persona del cual poco se ha dicho, según se desprende
de los siguientes relatos, ambos del Diccionario de anécdotas, por María E.
Álvarez del Real, (pp. 18, 19).
Se cuenta que en cierta ocasión alguien le
preguntó a Alejandro dónde guardaba sus tesoros. Como si hubiera estado
preparado para esa clase de preguntas, el conquistador dio la orden de que
trajeran a sus generales. Cuando estuvieron en su presencia, se limitó a decir,
mientras los señalaba: “Estos son mis tesoros”.
Otro relato cuenta que cuando Alejandro estaba
en su lecho de muerte, uno de sus generales le preguntó de qué manera pensaba
repartir sus riquezas.
-Te ruego, Alejandro, que me digas dónde
guardas tus tesoros- inquirió el general.
-Con mucho gusto- respondió Alejandro.
-¿Dónde?- preguntó con interés el general.
-En los bolsillos de mis mejores amigos.
Muy interesante. Un líder militar tan famoso,
tan rico y tan poderoso como Alejandro Magno consideraba a sus amigos como su
mayor tesoro. No sorprende, por lo tanto, saber que sus soldados estuvieran
dispuestos a dar la vida por su amado general.
¿Son realmente un tesoro los verdaderos amigos? El sabio Salomón, por ejemplo, así lo da a entender cuando escribe que en tiempos de angustia un amigo es como un hermano (Prov. 17: 17); y cuando admite que aunque “algunas amistades se rompen fácilmente”, “hay amigos más fieles que un hermano” (Prov. 18: 24).
¿Son realmente un tesoro los verdaderos amigos? El sabio Salomón, por ejemplo, así lo da a entender cuando escribe que en tiempos de angustia un amigo es como un hermano (Prov. 17: 17); y cuando admite que aunque “algunas amistades se rompen fácilmente”, “hay amigos más fieles que un hermano” (Prov. 18: 24).
¿Cómo consideras a tus verdaderos amigos? ¿Son
un tesoro para ti? ¿Puedes pensar ahora mismo en algunos de ellos? Si ya lo
hiciste, te hago una propuesta: da gracias a Dios por esos amigos verdaderos,
cuídalos como un valioso tesoro, y esfuérzate por ser también tú un tesoro para
ellos.
He aquí una buena manera de lograrlo: comparte
las tristezas de tus amigos y multiplica sus gozos, ¡comenzando hoy mismo!
El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo. (Proverbios 18: 24).
Tomado de Matutina “Dímelo de Frente” - Por:
Fernando Zabala
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