A simple
vista, la forma de actuar de Dios a veces parece extraña. Lo bueno es saber que
solo lo “parece”. Tomemos por ejemplo el momento cuando Dios, por medio de
Gedeón, liberó a Israel del yugo de los madianitas.
Durante siete años los madianitas habían estado oprimiendo a
Israel. Ese yugo de opresión era tan fuerte que los israelitas “se hicieron
escondites en los cerros” (Jue. 6:2). Entonces Dios se propuso liberar a su
pueblo, solo que decidió hacerlo de modo un tanto “extraño”.
La primera “conducta extraña” de Dios se produjo después de
que Gedeón, con mucha dificultad, lograra reunir 32, 000 hombres. Pero el Señor
consideró que en ese improvisado ejército había mucha gente, y redujo la tropa
a trescientos soldados. ¡Más de un 99 por ciento! (ver Jue. 7: 1-17). ¡Vaya
desafío el de Gedeón: 135, 000 hombres contra trescientos (ver Jue. 8: 10)!
¿Por qué Dios actuó de esa manera? Porque entre los
israelitas unos tenían miedo (Jue. 7: 3) y otros, exceso de confianza (vers.
4-8). Pero allí no terminó el asunto.
¡Los trescientos soldados tenían que usar como armas de
combate cuernos de carnero, cántaros vacíos y antorchas! (Jue. 7:16).
¿Cuál fue el resultado de esa batalla tan “desigual”? Las
Escrituras dicen que Gedeón y sus trescientos valientes, bajo la dirección del
Generalísimo del cielo, destruyeron a los madianitas, incluyendo a sus reyes.
¿Qué lecciones nos enseña este relato? Por lo menos dos.
Cuando Dios está de nuestra parte, somos mayoría, aunque seamos trescientos
contra 135, 000. Si ahora mismo te parece que tus problemas o tus enemigos son
muchos, recuerda: ¡con Dios de tu parte, eres mayoría!
La segunda lección es que el verdadero enemigo está dentro de
nosotros.
Precisamente por esta causa Dios ordenó a Gedeón que sacara
del ejército a tantos hombres. A unos les faltaba confianza y a otros les
sobraba. Los valientes que quedaron, vencieron con el poder del Dios de Israel.
Cuando tus problemas parezcan invencibles, recuerda que Dios
está de tu parte. Aunque a veces su conducta te resulte “extraña”, solamente
confía porque Dios está contigo, ¿quién podrá contra ti?
¿Que más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor; nadie podrá estar contra nosotros! (Romanos 8:31).
Tomado de Matutina “Dímelo de Frente”
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