Este fin de semana tuve la
oportunidad de leer una historia que me impresionó al ver como podemos hacer
algo bueno de las situaciones negativas que a veces nos suceden. La historia del
personaje Warrior Brown era muy conocida
en su pueblo de Nueva Zelanda por la facilidad con que causaba problemas. Le decían
“La Guerrera”, porque cuando estaba ebria era una terrible luchadora.
Pero resulta que un día Jesús
tocó su corazón, en una reunión de su iglesia le pidieron que diera testimonio
de como Jesús había cambiado su vida, de cómo Jesús había entrado en su corazón.
Cualquiera que hubiere sido un
bebedor tan empedernido y tan pendenciero como Warrior, con toda seguridad,
estaría lleno de enemigos. Y uno de ellos estaba esperando que el saliera al
frente.
Cuando Warrior habló de su
conversión, su enemigo empezó a insultarla a gritos. Warrior no le hizo caso.
Pero cuando su enemigo sacó una patata y se la arrojó a la cabeza, todos
contuvieron la respiración, a la espera de la reacción de Warrior. ¿Realmente
habría cambiado?
Cuando termino su testimonio, Warrior
se agachó y tomó la patata, no dijo una palabra más y regreso a su asiento.
Al pasar los meses, todos
olvidaron el incidente de la patata,
porque todos estaban ocupados cuidando de sus huertos. Un día mientras los
pobladores estaban reunidos en la plaza listos para vender el excedente de sus
productos, Warrior se les unió, ella traía un cesto lleno de patatas y las
compartió con todos sus vecinos.
Es interesante como podemos
convertir una situación desagradable en algo bueno, Warrior hizo exactamente
eso con la patata, en vez de enojarse y pagar mal por mal, pues hizo que la
patata echara brotes, la cortó en pedazos y cultivó sus propias patatas. Con la
ayuda de Dios, lo que tenía que ser un mal se convirtió en una bendición.
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