A ver cuál es tu opinión en este asunto tan delicado. Una pareja de novios
(llamémosla “A”) ya comienza a pensar en la posibilidad de casarse. Sin
embargo, uno de ellos, el novio, tiene sus dudas. Resulta que la novia es muy vanidosa, y tiende a gastar mucho dinero en su
apariencia personal. Aunque él notó el problema antes, ahora que comienzan a
hablar de la boda, esa característica de ella se torna preocupante, porque
mientras él quiere algo sencillo, ella quiere la boda del siglo, no importan
cuánto se endeuden para lograrlo.
En el caso de otra pareja (llamémosla “B”) los
novios ya han fijado la fecha del compromiso. El problema es que a medida que
se acerca la fecha esperada, la novia abriga serias dudas acerca de su futuro
cónyuge: el muchacho siempre ha sido muy “mujeriego” y, a pesar de estar
comprometido para casarse, sigue coqueteando con otras muchachas.
¿Cuál es tu opinión? ¿Debería el novio en la
pareja “A” romper su compromiso? ¿Y qué debería hacer la muchacha en el caso de
la pareja “B”, dado que ya se fijó la fecha de la boda?
En el libro El hogar cristiano se encuentra una
declaración que nos ayudará a fijar posición en ambos casos:
“Aún cuando haya aceptado el compromiso sin una
plena comprensión del carácter de la persona con la cual pensaba unirse, no
crea usted que ese compromiso la obliga a asumir los votos matrimoniales y a
unirse para toda la vida con alguien a quien no puede amar ni respetar. Tenga
mucho cuidado con respecto a aceptar compromisos condicionales; pero es mejor,
sí mucho mejor, romper el compromiso antes del casamiento que separarse después,
como hacen muchos” (p. 39, el destacado es nuestro).
¿Romper un noviazgo después de que la relación
ha avanzado tanto? Así es.
¿Qué es preferible: pasar por la incomodidad de
dar por terminada una relación, o tener que trabajar toda la vida para costear
los caprichos de una mujer vanidosa? ¿Llorar por unos días, o cargar toda la
vida con la cruz de un marido picaflor?
Es mejor llorar por unos días un noviazgo
fracasado, que lamentar toda la vida un matrimonio equivocado.
El sabio teme al mal y se aparte de él, pero al necio nada parece importarle. (Proverbios 14: 16).
Tomado de Matutina “Dímelo de Frente” - Por:
Fernando Zabala
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