Para reflexionar les contamos esta fábula, que cierto día, un cachorrito
se puso a perseguir afanosamente su propia cola sin éxito alguno, cuando en ese
momento, un perro viejo lo vio.
- ¿Por qué
estás persiguiendo tu propia cola?
- He escuchado que la felicidad está en mi cola
—respondió el perrito—. Así que la seguiré persiguiendo hasta alcanzarla.
- Hubo un
tiempo en que yo también perseguía mi cola —contestó el perro viejo—, porque
había escuchado eso de que la felicidad de un perro está en la cola.
- ¿Y lograste
alcanzarla? —preguntó interesado el cachorrito.
- Después de
mucho perseguir mi cola —replicó el perro anciano—, descubrí que cuanto más
intentaba alcanzarla, tanto más se alejaba de mí; pero cuando dejaba de
perseguirla y me dedicaba a mis asuntos diarios, entonces ella me seguía a
todas partes.
El autor del relato, Neal Becker, concluye
diciendo que algo muy parecido sucede con nosotros los seres humanos: Mientras
más nos afanamos por perseguir la felicidad, más nos esquiva. En cambio, cuando
nos dedicamos a cumplir fielmente nuestros deberes diarios, la felicidad nos
sigue a todas partes (Signs of the Times [Señales de los tiempos], agosto de
2009, p. 64).
Mucha gente piensa que la felicidad tocará a su
puerta cuando alguno de sus grandes sueños se haga realidad: «Ser el mejor
jugador del equipo de fútbol», «Culminar mi carrera con honores», «Comprar un
auto deportivo último modelo», «Vivir en una mansión frente al mar».
El problema de esos sueños es que la felicidad
no es el producto de lo que hacemos o tenemos, sino de cómo vivimos; del fiel
cumplimiento de nuestros deberes diarios. Elena G. de White resume muy bien
este punto cuando escribe que la verdadera felicidad solo se encuentra en ser
buenos, hacer lo bueno y en cumplir fielmente nuestros deberes (ver Mensajes
para los jóvenes, p. 147).
¿Quieres ser feliz? Comparte lo que tienes.
Sirve al prójimo. Ayuda a tus padres en las tareas de la casa. Sé buen amigo.
Diles a tus seres queridos lo mucho que los amas. Sé agradecido. Esfuérzate en
ser un buen estudiante. Coloca tu vida, tus planes, tus temores, en las manos
de Dios, y todo lo demás vendrá por añadidura.
Los ricos se vuelven pobres, y sufren hambre, pero a los que buscan al Señor, nunca les faltará ningún bien. (Salmo 34: 10).
Tomado de Matutina “Dímelo de Frente” - Por:
Fernando Zabala
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