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viernes, 15 de noviembre de 2013

Al Malvado lo Atrapa su Propia Maldad

Wayne Rice, un escritor y conferencista juvenil, cuenta la simpática historia de un hombre que atropelló a un gato con su auto mientras se dirigía con su esposa a un restaurante.
Sintiéndose incómodo por lo sucedido, el conductor averiguó quién era el dueño del gato y le preguntó qué podía hacer para compensar el daño causado. El dueño solo le pidió que lo enterrara. El hombre puso al gato en una bolsa que tenía en el automóvil y, junto con su esposa, fueron a almorzar. Decidió que más tarde enterraría al gato.
Cuando llegaron al restaurante, decidieron dejar la bolsa sobre el automóvil. A fin de cuentas, desde el restaurante podían vigilarla. Lo que no pensaron fue que, por ser la bolsa de una tienda famosa, podría atraer la atención de un transeúnte. Al poco rato, una dama muy elegante estacionó su lujoso auto al lado del de ellos y, al bajar, vio la bolsa. Miró para todos lados y, como creyó que nadie la veía, se apoderó de ella y entró al mismo restaurante donde estaba la pareja.
 Entonces la mujer pidió su comida y puso la bolsa en el suelo con intención de abrirla después de comer, pero no pudo resistir la tentación. Así fue que la tomó e inspeccionó su contenido. Al instante, se escuchó un grito de terror, y la elegante dama se desmayó. Alguien llamó a una ambulancia. Los enfermeros la asistieron, recogieron sus pertenencias y se la llevaron de emergencia.
Cuando la ambulancia iba en camino, la mujer recuperó el conocimiento. Preguntó dónde estaba y qué le había pasado.
-Usted se desmayó en un restaurante- le respondió un enfermero-. Pero todo está bien. Recogimos todas sus pertenencias, incluida esta bolsa.
¡Entonces le puso la dichosa bolsa con el gato muerto sobre el pecho! (More Hot Ilustrations for Youth Talks, Más ilustraciones actuales para charlas con jóvenes, pp. 53, 54).
No sabemos si la mujer aprendió la lección, pero esta historia nos recuerda lo que dice nuestro versículo para hoy: Al malvado lo atrapa su propia maldad. (Prov. 5: 22). Y es que tarde o temprano cosecharemos lo que sembramos. Durante cierto tiempo, puede parecer que no existen consecuencias para nuestros actos, pero en su momento, el pecado nos alcanza.
Y no importa cuán lujosa o atractiva sea “la envoltura” del pecado, el contenido del paquete siempre hiede.
Al pecado lo atrapa su propia maldad.(Proverbios 5: 22).

Tomado de Matutina “Dímelo de Frente” - Por: Fernando Zabala

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