Los
problema de la vida muchas veces nos derrumban y nos causan
infelicidad, pero no te sientas abatido, afligido, vencido o derrotado, hay
problemas que simplemente tiene que pasar para que tú puedas ser más feliz, más
fuerte y puedas afrontar lo que venga luego y seas mejor de lo que eres hoy.
Cuenta una ilustración que
una vez en un lugar en Inglaterra, hubo una pareja que le gustaba visitar las pequeñas tiendas del centro
de Londres. Una de sus favoritas era la de antigüedades y en una de sus visitas
encontraron una hermosa tacita.
-¿Me permite ver esa taza?, preguntó la Señora, ¡nunca he visto nada tan
fino!
En cuanto tuvo en sus manos la taza, ésta
comenzó a hablarle: Yo no siempre he sido esta taza que estás sosteniendo. Hace
mucho tiempo yo era sólo un montón de barro sin forma. Mi creador me tomó entre
sus manos y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le
grité: Por favor, déjame en paz. Pero sólo me sonrió y me dijo: Aguanta un poco
más, todavía no he terminado. Después me puso en un horno. Yo nunca había
sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi creador quería quemarme, así que
toqué la puerta del horno y a través de la ventana del horno pude leer los
labios de mi creador que me decía: Aguanta un poco más, todavía no he
terminado.
Finalmente, mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me
enfriara. Así está mucho mejor, me dije a mí misma; pero apenas me había
enfriado un poco, ya me estaba cepillando y pintando. El olor de la pintura era
horrible. Sentía que me ahogaba. Por favor detente gritaba yo, pero mi creador
sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: Aguanta un poco más,
todavía no he terminado.
Por último dejó de pintarme, pero otra vez me metió a otro horno. No era
un horno como el anterior, sino que era mucho más caliente. Estaba segura que
me sofocaría y que acabaría rompiéndome en mil pedazos, le rogué y le imploré
que me sacara, grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo: Aguanta
un poco más, todavía no he terminado. Después de una hora de haber salido del
segundo horno, me dio un espejo y me dijo: Mírate, ésta eres tú.
Yo no podía creerlo, esa no podía ser yo. Lo que veía era realmente
hermoso. Mi creador nuevamente me dijo: Yo sé que te dolió todo este proceso,
pero si te hubiera dejado como estabas, sólo serías un trozo de barro seco. Sé
que te causó mucho y dolor, que los gases de la pintura te causaron mucha
molestia, pero de no haberte pintado no tendrías color. Y si yo no te hubiera
puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu
dureza no habría sido lo suficiente para resistir. Ahora eres un producto
terminado, eres exactamente lo que tenía en mi mente cuando te comencé a
formar.
Dios quiere hace ese trabajo maravilloso en ti, pero necesitas pasar por
un proceso similar para poder terminar tan hermoso como la taza, Dios es el
alfarero nosotros somos el barro y él nos moldeará para ser piezas perfectas. Toma una decisión y deja que los problemas de la vida
vayan puliéndote.
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