Hoy te traemos una linda reflexión para jovenes, Según cuenta una historia, en el siglo XIV vivió un duque llamado
Raynald III, mejor conocido como «el Gordo».* Cuando su padre murió, Raynald y
su hermano Edward se disputaron el gobierno de Guelders (lo que hoy es
Bélgica). Después de varios enfrentamientos entre
los dos hermanos, en 1361 Edward prevaleció y «encarceló» a su hermano Raynald.
Lo curioso del caso es que no se trataba de una
cárcel en sí, sino de un cuarto con una puerta más pequeña de lo común. Edward
conocía muy bien que la mayor debilidad de su hermano era el apetito. De manera
que hizo construir alrededor de Raynald un cuarto con una pequeña puerta por la
que Raynald podía salir en cualquier momento, pero solo si rebajaba de peso. La
prueba, sin embargo, no era nada fácil. Cada día, Edward enviaba los platos más
exquisitos al cuarto de su hermano. Raynald debía decidir si los comía, con el
riesgo de seguir engordando, o se abstenía, para salir algún día por la pequeña
puerta. En lugar de perder peso, Raynald engordó más.
Cuando la gente acusaba a Edward de mantener
preso a su propio hermano, su respuesta era: «Él no es mi prisionero. Puede
salir de su cuarto cuando quiera». Pero Raynald no salió, al menos por su
propia cuenta. Durante diez años permaneció en su propia prisión hasta que su
hermano Edward murió.
Y ahora te pregunto: ¿De quién era Raynald
prisionero? De su apetito desordenado. De sus malos hábitos. De sus pésimas
decisiones.
Y es que, pensándolo bien, uno no tiene que
estar en la cárcel para ser un prisionero. Algunos son reos de sus propios
vicios: el cigarrillo, el alcohol, la droga. Otros, de sus pasiones sexuales,
de la pornografía, del amor al dinero, de la moda, de Internet.
Creo que captas la idea: Si Cristo no está en
el trono de nuestro corazón, entonces alguien o algo estará usurpando ese lugar
y, al final, se convertirá en un tirano. Pero no tiene por qué ser así. Tú
tienes la última palabra. Y sabes, además, que no hay verdadera libertad sin
Cristo.
Así que, si el hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres. (JUAN 8:36)
Tomado de Matutina “Dímelo de Frente” - Por:
Fernando Zabala
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