Hola amigos hoy les traemos una interesante reflexión sobre los hábitos, para que puedas comprender lo importante de cultivar buenos hábitos te contaremos esta historia, un grupo de viejas amigas se reúne para pasar el día juntas.
—¡Montemos bicicleta a la orilla del lago, como en los viejos tiempos!
—sugiere Arlene.
— ¡Pero yo no he manejado una bicicleta desde hace años! ——responde Nancy.
— ¡Pero yo no he manejado una bicicleta desde hace años! ——responde Nancy.
—No te preocupes —contesta Arlene—. Ese
software todavía está en tu cerebro, aunque no hayas recurrido a él durante
años.
Si alguna vez aprendiste a manejar bien la
bicicleta, esa información, el software, está todavía archivado en tu cerebro,
aunque no lo hayas hecho desde hace varios años. Y lo mismo ocurre si
aprendiste, por ejemplo, a nadar o a tocar la guitarra.
¿Cómo es eso?
Arlene Taylor, quien es hoy una especialista en
funciones cerebrales, explica que los hábitos son como un programa de
computación que funciona en nuestro cerebro a través de las neuronas. Cuando
repetimos muchas veces una acción, se forma en el cerebro algo así como un
camino o sendero por donde «corre» el hábito. Lo que esto quiere decir es que,
cuando ya está establecido en el cerebro, el hábito nos impulsa a actuar en
forma consecuente y predecible (Women of Spirit [Mujeres de espíritu], abril de
2005, pp. 6, 7).
Esta característica de los hábitos ha sido bien
ilustrada por la historia de la mula ateniense, que el pastor Sergio V. Collins
narra en el libro La personalidad triunfadora del joven moderno. Cuenta ese
relato que durante la construcción de la Acrópolis de Arenas, se usaron muchas
mulas para el transporte de piedras cerro arriba. Una de ella, quizás porque se
enfermó de reumatismo o porque ya estaba muy vieja, fue «jubilada». Lo curioso
del caso fue que, hasta el día de su muerte, la vieja mula siguió subiendo y
bajando el cerro con las demás mulas jóvenes, ¡aunque no llevaba carga alguna
sobre el lomo! ¡Qué tremendo el poder de los hábitos!
Si, por ejemplo, has cultivado el hábito de una
buena lectura, de hacer ejercicio físico, de ingerir alimentos sanos, de orar,
de acostarte y levantarte temprano, etc., esos buenos hábitos te acompañarán
mientras vivas. Pero si son malos, vas a tener que “declararles la guerra” hoy
mismo. Es verdad, no lograrás eliminarlo de un día para el otro, pero recuerda
que todo lo puedes en Cristo que te fortalece.
Debes ser un ejemplo para los creyentes en tu modo de hablar y de portarte, y en amor, fe y pureza de vida. (1 Timoteo 4: 12).
Tomado de Matutina “Dímelo de Frente”- Por:
Fernando Zabala
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