Escogiendo de entre varias reflexiones para jovenes, encontré ésta que realmente me encanto, creo que nos ayudará a pensar un poco en esos momentos cuando nos sentimos que no valemos nada, cuando todo nos sale mal y creemos que no hay remedio para nosotros que simplemente somos un fracaso y solo estorbamos, aquí encontrarás respuesta a esos tantos "¿Por qué existo si no sirvo para nada".
¿Te has
sentido alguna vez como un fracasado? ¿O que el aporte que haces al bienestar
de tu familia, tu colegio o tu iglesia es nulo? Todos hemos estado ahí. Y la
sensación no es nada agradable. Pero hay un conocido relato que nos puede ayudar. Se
cuenta de un sembrador que cada mañana acostumbraba a buscar agua de un río.
Con él llevaba dos baldes. Uno nuevo, sin defectos. El otro, viejo y lleno de
huecos. El balde nuevo permitía que el sembrador llevara a su casa toda la
cantidad de agua que recogía. El viejo, en cambio, derramaba la mitad del
contenido a lo largo del camino. Por supuesto, el nuevo sentía que era útil. El
viejo se sentía fracasado.
Un día, la autoestima del balde horadado alcanzó su punto más
bajo.
—Mi vida es un fracaso —dijo al sembrador—. Le pido disculpas
por no hacer bien mi trabajo.
— ¿Por qué me pides disculpas? —preguntó asombrado el
sembrador.
— ¿No se ha dado usted cuenta? Cuando regresamos del río
derramo la mitad del agua en el trayecto a casa.
En ese momento, el sembrador, sonriendo gentilmente, llevó al
atribulado balde al río. De regreso, mientras recorrían la ruta acostumbrada,
el hombre le pidió que observara con atención las hermosas flores del camino.
— ¿Te das cuenta de que solo hay flores de este lado del
camino? —preguntó el sembrador.
—Pues, sí. ¿Pero qué hay de especial en ello?
—Lo especial es que han crecido gracias al agua que tú
derramas cada mañana.
Todo este tiempo yo he sabido de tus huecos. Por eso sembré
semillas de distintas flores solamente de este lado del camino.
Al compararte con tus amigos, ¿desearías poseer algunas de
sus virtudes? ¿A veces sientes que los envidias? Escucha bien: Dios no se
equivocó al crearte. Él es muy sabio como para malgastar su tiempo creando algo
inservible. Aun tus aparentes «defectos», en manos de Dios, pueden lograr
maravillas. Por lo tanto, colócate en sus manos y pídele que haga de ti un
instrumento útil, listo para lo que venga, capaz de cumplir cabalmente su
misión en esta vida. A fin de cuentas, ¿no dice Dios que su poder se
perfecciona en la debilidad?
Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. (2 Corintios 12: 9, NVI)
Oración: Señor, usa hoy mis virtudes y también mis defectos,
de un modo que glorifiquen tu nombre.
Tomado de Matutina “Dímelo de Frente” - Por: Fernando Zabala
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