¿Cuando lo deseado se convierte en lo despreciable? este es un mal que cada vez va atacando a más personas. Es cuando el hombre o la mujer en lugar de reconocer que en algo falló para alcanzar un sueño o reconocer su incapacidad para ello, pues simplemente muestra un menosprecio hacia lo que tanto desea.
Te contaré una fábula ya conocida por muchos es la de "La Zorra y las uvas". Cuenta que la vieja zorra estaba decepcionada y cansada, puesto que durante todo el día había
merodeado tristemente por los bosques, subido y bajado por las colinas y
no halló un solo bocado. Cuando lo pensaba -y
se estaba sintiendo tan vacía por dentro que casi no podía pensar en otra
cosa-, llegó a la conclusión de que nunca había tenido tanta hambre en su vida.
Además, sentía sed, una sed terrible. Su garganta estaba reseca.
En ese estado de ánimo dio la vuelta a un muro de piedra y se
encontró con algo que le pareció casi un milagro. Allí frente a ella, había un
viñedo lleno de racimos de frescas y deliciosas uvas, que sólo esperaban que
las comiesen. Eran grandes y jugosas e impregnaban el aire con su fragancia.
La zorra no perdió el tiempo. Corrió, dio un salto y trató de asir
la rama más baja, con sus hambrientas mandíbulas ¡pero no llegó a alcanzarla!
Volvió a saltar, esta vez a una altura algo mayor, y tampoco pudo atrapar con
los dientes una sola uva. Cuando fracasó por tercera vez, se sentó por un momento
y, con la reseca lengua colgándole, miró las docenas y docenas de ramas que
pendían fuera de su alcance.
El espectáculo era insoportable para una zorra famélica, y saltó y
volvió a saltar, hasta que sintió mareos. Necesitó mucho tiempo, pero, por fin,
comprendió que las uvas estaban tan fuera de su alcance como las estrellas del
cielo. Y no le quedó más recurso que batirse en retirada.
-¡Bah! -murmuró para sí- ¿Quién necesita esas viejas uvas
agusanadas? Están verdes, sí, eso es lo que pasa. ¡Verdes! Por nada del mundo
las comería.
-¡Ja, ja! -dijo el cuervo, que había estado observando la escena
desde una rama próxima- ¡Si te dieran un racimo, veríamos si en verdad las uvas
te parecían verdes!
Eso nos llega a suceder algunas veces cuando vemos que algo no
podemos alcanzar lo despreciamos luego, y solemos decir cosas como estas: “Claro
que no me dieron ese puesto de trabajo, pues yo merezco algo mejor”, “Mejor que
esa chica no me acepto pues no era muy agraciada”, y asi podría seguir la lista
pues cuando tanto ansiamos algo nos duele el no tenerlo y le llegamos a poner
un sin número de características defectuosas para tener un aparente consuelo
personal.
Toma una decisión y si algo anhelas lucha por ello y si no logras alcanzarlos acepta
que algunas veces nos toca perder y sigue en busca de tus sueños, metas y
anhelos, pero sin despreciar lo que no pudiste tener.
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