La voluntad
de Dios es lo que nos cuesta siempre aceptar, siempre la palabra de Dios es clara
y no queremos escucharla, muchas veces Dios nos habla diciéndonos el plan que
tiene para nosotros, pero cuando queremos lo opuesto a lo que Dios quiere para
nosotros, que en realidad es lo mejor, siempre buscamos una manera de que, lo
que deseemos parezca ser la voluntad de Dios y luego cuando nos fue mal,
decimos, pero Dios me guió hasta aquí, pero Dios me puso en este camino, y en
realidad no fue Dios sino nosotros mismos decidimos estar allí o seguir ese
camino.
Para mostrar más claramente esta reflexión, pues cuenta una historia que una vez un joven campesino cristiano tenía su novia en una vereda vecina y todos los días en las tardes ensillaba su caballo blanco y se dirigía a casa de su novia. Esta rutina se repitió todos los días durante los dos años de noviazgo.
Para mostrar más claramente esta reflexión, pues cuenta una historia que una vez un joven campesino cristiano tenía su novia en una vereda vecina y todos los días en las tardes ensillaba su caballo blanco y se dirigía a casa de su novia. Esta rutina se repitió todos los días durante los dos años de noviazgo.
Una tarde, como era la costumbre, iba en su
inseparable caballo blanco hacia la casa de la novia cuando le salió una
anciana de su congregación y le dijo:
- El Señor me ha enviado a decirte que no es su
voluntad que te unas en matrimonio con esa joven. Esa no es la esposa que Él
tiene preparada para ti.
El Joven confundido, le costaba aceptar como de parte
de Dios la profecía, por eso le dijo a Dios en oración.
- Señor, confirma por medio de una señal si es tu
voluntad que esta joven sea mi esposa.
Al día siguiente, como de costumbre, estaba ensillando
su caballo blanco para dirigirse a casa de su novia y le vino a la mente una
idea. Oró a Dios diciendo.
- Señor, si es tu voluntad que me case con ella,
permite que mi caballo me lleve a su casa sin que yo tenga que guiarlo. De lo
contrario que el caballo pierda el camino y me lleve a otro lado.
El joven se subió a su caballo y lo único que hizo fue
ordenarle que se pusiera en marcha. El Caballo sin vacilar tomó rumbo, como era
costumbre todas las tardes. Sin que el joven lo guiara, el caballo llegó a casa
de la novia.
Año y medio después su matrimonio fracasó a pesar de todos los esfuerzos que hicieron para que eso no sucediera.
Año y medio después su matrimonio fracasó a pesar de todos los esfuerzos que hicieron para que eso no sucediera.
El joven muy triste se lamenta ante su pastor
preguntando:
- ¿Por qué fracasó mi matrimonio si tome la decisión después de consultar la
voluntad de Dios?
- Joven – le respondió el pastor- tu no hiciste la
voluntad de Dios, tu hiciste la voluntad del caballo.
Aprende a escuchar a Dios para que puedas ser feliz.
Pero no sea como yo quiero, sino como tú. Mateo 26:39
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