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martes, 24 de febrero de 2015

“Algo Nuevo…”

EL QUE ESTÁ UNIDO A CRISTO ES UNA NUEVA PERSONA. LAS COSAS VIEJAS PASARON; SE CONVIRTIERON EN ALGO NUEVO. (2 Corintios 5: 17).

Un día como hoy nació en Stuttgart, Alemania, un niño al que sus padres llamaron Johann. Desde muy joven Johann decidió dejar una huella en la vida. Para ello, ¿qué mejor oficio que ser escultor? Con mucho esfuerzo y el debido asesoramiento de parte de sus maestros, Johann en poco tiempo adquirió fama y dinero. 

lunes, 12 de enero de 2015

Quiero Ser Como

Y SE VE CLARAMENTE QUE USTEDES SON UNA CARTA ESCRITA POR CRISTO MISMO Y ENTREGADA POR NOSOTROS. (2 Corintios 3: 3).
Hace poco leí un pensamiento que me hizo reflexionar. Decía: «Es probable que la única Biblia que la gente lea alguna vez seas tú». Por extensión, también podría decirse: «El único Jesús que la gente conocerá es el que muestras tú». Y si este es el caso, entonces la pregunta obligada es: ¿Cuánto del carácter de Cristo está leyendo la gente en la carta que soy yo? 
Una simpática historia, narrada por Tony Campolo, ilustra muy bien esta gran verdad. El relato tiene como protagonista a un borracho llamado Joe. Nadie en su sano juicio le daba a Joe esperanza alguna de regeneración. Su vicio lo encadenaba, su aliento y sus ropas apestaban, su vocabulario ofendía. 

martes, 9 de septiembre de 2014

El Niño en la Gran Biblioteca

Si subiera al cielo, allí estás Tú, si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡ME SOSTENDRÍA TU MANO DERECHA! (Salmo 139: 8-10).

-¿Cree usted en Dios? —le preguntó George Sylvester Biereck a Albert Einstein.
La respuesta del genio siempre me ha cautivado.
—No soy ateo —respondió el científico—. El problema que conlleva es demasiado vasto para nuestras limitadas mentes. Estamos en la posición de un niño dentro de una enorme biblioteca con cientos de libros escritos en diversos idiomas. El pequeño sabe que alguien debió haber escrito esos textos, pero no sabe cómo sucedió. Tampoco entiende los idiomas en los que están escritos. Además, intuye que existe un orden misterioso en su disposición, pero no sabe cuál es. Esa, me parece, es la actitud que un hombre inteligente debiera mantener respecto de Dios. Vemos el universo maravillosamente ordenado y obedeciendo ciertas leyes, pero solo entendemos escasamente dichos códigos.